Cuando nuestro cliente acudió a nosotros tras sufrir graves quemaduras en la sala de vapor de un gimnasio del área de Chicago, no sabíamos si había caso. Lo único que sabíamos era que nuestro cliente seguía su típica rutina mañanera: entrenamiento en su gimnasio local seguido de un baño de vapor en el vestuario de caballeros. Esa mañana se despertó en el hospital y empezó su pesadilla, que acabó con la amputación de todos los dedos de sus pies.
Creímos que esto debería haberse evitado, y acordamos investigar este asunto -contratando finalmente a expertos en fontanería, salas de vapor, quemaduras y lesiones por quemaduras- para inspeccionar la sala de vapor y los materiales relacionados para entender si esta sala de vapor era razonablemente segura y cómo se produjo este catastrófico suceso. Tras varios años de investigación y litigios, pudimos demostrar que este baño turco no era seguro en dos aspectos importantes:
- En contra de lo dispuesto en el manual del propietario y en las instrucciones de seguridad del sistema de vapor, el cabezal de vapor se instaló y se mantuvo a 15 cm del suelo en lugar de a los 18 cm requeridos; y
- La señal de advertencia, que se suministró junto con el baño turco y que debía colocarse según el Manual del Propietario, nunca se colocó y, de hecho, no se colocó ninguna advertencia de seguridad.
Se detectaron otros problemas de seguridad, como la no utilización de ningún tipo de "difusor" o placa deflectora en el cabezal de vapor, pero las principales teorías de responsabilidad fueron los dos puntos anteriores.
Además, nuestros expertos pudieron demostrar que, basándose en las mediciones de temperatura del baño de vapor realizadas durante su inspección, en comparación con los datos publicados por el Gobierno de EE.UU. sobre la temperatura (del vapor) y el tiempo de exposición necesarios para desarrollar quemaduras de segundo y tercer grado, nuestro cliente no habría sufrido ninguna lesión si el cabezal de vapor se hubiera instalado y mantenido a 18 pulgadas del suelo.
También contratamos a un experto en "factores humanos" en advertencias para que opinara que si se hubiera colocado la señal de advertencia, nuestro cliente habría tenido la oportunidad de protegerse contra la exposición a este peligro, y habría tenido la información necesaria para evitar perder el conocimiento dentro de la sala de vapor y sufrir estas quemaduras. De hecho, aunque nuestro cliente tenía antecedentes de un trastorno convulsivo incontrolado, no estaba claro qué le hizo perder el conocimiento dentro del baño turco, y uno de los principales peligros asociados a los baños turcos, que nunca se comunicó a los usuarios, es el riesgo de perder el conocimiento debido a la hipertermia (o sobrecalentamiento).
Por último, pudimos contar una historia completa a través de nuestro cliente, su familia, amigos y colegas -así como de los profesionales médicos que lo trataron y de múltiples expertos en lesiones por quemaduras- sobre la naturaleza devastadora de sus lesiones por quemaduras y lo que probablemente le deparará el futuro, incluida la necesidad de posibles cirugías futuras.
Al final, hemos sido capaces de llegar a un acuerdo muy favorable para nuestro cliente y su familia dada la difícil responsabilidad, causa próxima, y las cuestiones de daños y perjuicios planteados en este caso. Vea abajo un articulo sobre este resultado, que fue publicado por el Cook County Law Bulletin: